Esa huelga victoriosa que anticipó al peronismo

Por David Pike Lizárraga

La huelga general de 1936 seguramente sea la expresión de solidaridad más importante de la historia del movimiento de trabajadores y trabajadoras de nuestro país. Siendo uno de los hitos de este movimiento, resulta clave para entender los años venideros y el surgimiento del peronismo.

Los obreros de la construcción en el país de la década infame, del gobierno conservador y fraudulento de Agustín P. Justo , llevaron adelante una huelga extensa de cuatro meses en la que lograron gran parte de sus daños. Derechos claves que se generalizarían para toda la clase trabajadora años después con la acción de la secretaría de Trabajo y Previsión del militar en ascenso, Juan Domingo Perón.

Resultó clave para la victoria de los obreros de la construcción la huelga general del 7 y 8 de enero, que tuvo expresiones insurreccionales al intentar ser frenada por las fuerzas represivas del Estado, llegando los trabajadores a tomar buena parte de la ciudad en sus manos y tener durante horas el control de la misma.

Esa lucha de la construcción

Para finales de octubre del año 1935, multitudes de trabajadores de la rama de la construcción se reunieron en el mítico estadio Luna Park para realizar una asamblea y dar el puntapié inicial a la huelga.

Eran miles los trabajadores que aquella mañana de octubre abandonaron los obrajes para avanzar por avenida Corrientes y llegar a aquel estadio, donde más de uno habría visto pelear al Torito de Mataderos. Aquel mítico boxeador que ese mismo mes había realizado su última pelea bajo una tuberculosis avanzada que hizo llorar a todos los presentes y que años después sería inspiración de Cortázar para escribir “Torito”.

La construcción era una actividad económica en crecimiento y las transformaciones en las modalidades de trabajo habían generado el surgimiento de nuevos sindicatos por rama. La vieja modalidad de organizarse por oficios iba dejando lugar a un nuevo tipo de organización gremial.

Los nuevos gremios en la construcción en los que la militancia del Partido Comunista jugó un rol central diseñaron el pliego de reivindicaciones en el que se centraría el paro por tiempo indeterminado. Hubo un enorme despliegue de organización popular alrededor de la huelga con comedores, guarderías y otras iniciativas para sostener la lucha. Entre los dirigentes comunistas de la construcción se encontraba Pedro Chiarante, quien llegó a ser vicepresidente de una de las dos CGT del momento y que con la llegada del peronismo sufriría la cárcel.

Los reclamos eran los propios de la época. Ya en la formación de la naciente CGT en 1930, su programa mínimo expresaba el reclamo por la adquisición de derechos estables y el reconocimiento de la organización sindical que anticipaba la estrategia que fue construyendo la clase trabajadora previa a la formación del peronismo. Aparte del aumento salarial, los reclamos eran el descanso pleno dominical, el sábado inglés, la cobertura total ante accidentes laborales, vacaciones anuales y el reconocimiento de los sindicatos y de las nacientes comisiones internas en las obras.

Esa huelga solidaria de 1936

Alrededor de la lucha de los trabajadores de la construcción se fue generando un movimiento de solidaridad notable. Su antecedente había sido la extensa huelga de los trabajadores madereros que unos meses antes había logrado conquistar reclamos similares y por el cual la solidaridad de los otros gremios había sido clave en el sostenimiento económico de la medida de fuerza.

Frente a la lucha de los madereros se encontraba Mateo Fossa, el único dirigente obrero de nuestro país que se reunió con León Trotsky en México, aquel líder de la Revolución Rusa perseguido como tantos otros por Stalin. Fossa, con su experiencia previa, encabezó la organización de la solidaridad alrededor de la lucha de la construcción y logró conformar un Comité integrado por varios gremios que llamaría al paro general el 7 de enero de 1936.

No sería la CGT, ni la debilitada FORA de los anarquistas quien llamaría a la huelga general, sino un Comité formado para la ocasión con decenas de gremios que reconocían en la lucha de los obreros de la construcción, su propia lucha. Siempre un paro general es un paro político y en este caso la solidaridad de clase era la política del paro.

Desde temprano, el Comité y distintos grupos militantes prepararon las acciones de sabotaje para garantizar que el paro fuese total, para el mediodía los trenes cuyos trabajadores no habían adherido a la huelga dejaron de circular. Se organizaron pequeños actos en los barrios periféricos que la policía y los militares desplegados en las calles quisieron frenar, desatando los primeros choques.

Entre la muchedumbre que se enfrentó a la represión, estaban los anarquistas de la Alianza Obrera Spartacus quienes previamente habían organizado la resistencia para luchar. Los barrios fueron tomados por los obreros que avanzaban desde la periferia hacía el centro para intentar llegar al acto central en Plaza Once, el cual nunca se pudo realizar. Los detenidos se contaron entre miles por la tarde y la huelga se extendió un día más hasta lograr la liberación de estos.

Para finales de enero, las cámaras empresariales de la construcción aceptarían varios de los reclamos obreros y hasta llegaron a conformar un proto convenio colectivo de trabajo para lograr que se le ponga fin a la medida de fuerza.

Esa estrategia victoriosa

Los aspectos insurreccionales de la huelga general de 1936 expresaron en los hechos una estrategia de transformación radical que aún formaba parte de la clase trabajadora y de un movimiento obrero que había ido modificando sus aspiraciones.

La principal estrategia de la clase trabajadora era la adquisición de derechos laborales que institucionalizara las relaciones de trabajo junto al reconocimiento de las organizaciones sindicales para el arbitraje, control y defensa de las conquistas.

La llegada del peronismo, con el hito clave del 17 de octubre de 1945, será seguramente la victoria de esta estrategia. Una victoria que el movimiento de trabajadores falló bajo circunstancias que no fueron diseñados por él mismo, pero en la cual jugó un papel principal. El antecedente de la huelga victoriosa de 1935 y 1936 será un anticipo de los años venideros.