Por Ailin Colombo / Ilustraciones: Lita.ce
“Quédate quieto, negrito de mierda” eschuchó Luciano Arruga antes de ser secuestrado por la policia bonaerense por primera vez. El joven de 16 años padecía el hostigamiento por negarse a robar para ellos. Meses después, el 31 de enero del 2009 otra vez fue secuestrado, torturado y luego desaparecido por policías del Destacamento de Lomas del Mirador.
Luciano era un pibe de La Matanza, fanatico de River. Tenía tatuado el nombre de su hermana Vanesa, quien lo buscó incansablemente. El caso desnudó el entramado de corrupción y represión de la policía bonaerense. Es que el adoledcente se negó a la oferta de efectivos para delinquir en zonas liberadas.
El CELS denunció en un informe – Hostigados. Violencia y arbitrariedad policial en los barrios populares (2016) – el “reclutamiento de jóvenes parte de la policía para delinquir”. Allí explican que en el 2008 la modalidad fue expuesta por el defensor penal juvenil de La Plata, Julián Axat, y el juez Luis Arias.
Según el CELS, “la antesala” de muchos de estos casos de desapariciones forzadas de jóvenes en democracia “fueron episodios anteriores de hostigamiento policial”. De acuerdo a la periodista Adriana Meyer, autora del libro “Desaparecidos en democracia” hasta el 2021 se registraron 218 casos de desapariciones forzadas desde 1983.
El cuerpo de Luciano fue encontrado gracias a la lucha de sus familiares, amigos y organismos de Derechos Humanos el 17 de octubre de 2014 enterrado como NN en el cementerio de Chacarita. Luego las autopsias y testimonios revelaron que murió la madrugada del 1 de febrero de 2009 atropellado en la Avenida General Paz, tras la detención ilegal. El automovilista que lo atropelló declaró que lo vio corriendo como “si escapara de algo”.
La causa por la desaparición forzada de Arruga se encuentra en estado de instrucción hace 13 años en el Juzgado N° 1 de Morón. En el juicio del 2015 solo fue condenado el teniente Julio Torales a 10 años de prisión por torturas infligidas a Luciano