Por Ailín Colombo
“La crisis en Neuquén ya produjo una muerte”, fue el titular de tapa del diario Clarín al día siguiente del asesinato de Teresa Rodríguez en manos de la represión policial. El paralelismo con la recordada tapa de 5 años después, “La crisis causó 2 nuevas muertes”, dan cuenta de la continuidad represiva contra el movimiento piquetero durante todo este período neoliberal.
El pueblo neuquino volvió a la ruta en 1997. Las barriadas en su conjunto, con los trabajadores despedidos de YPF – la empresa petrolífera estatal que fue privatizada — y los docentes del gremio ATEN a la cabeza, gestaron durante la década de los 90 el movimiento piquetero y sus métodos de lucha: el corte de ruta para protestar y la asamblea para decidir acciones.
Un 12 de abril de 1997, tras la pueblada de 1996, los manifestantes tomaron nuevamente la Ruta Nacional 22, está vez por un reclamo de trabajadores de la educación. Luego de que Gendarmería los obligara a replegarse, otro piquete se levantó en la Ruta Provincial 17. Allí fueron reprimidos por la policía provincial.
Teresa Rodríguez fue alcanzada por disparos de plomo durante esa jornada tras la represión del corte de la Ruta Provincial 17. Ella era ajena a la protesta, pero la policía provincial entró en los barrios linderos al corte a perseguir manifestantes y disparar con sus armas reglamentarias. La joven, que era trabajadora de casas particulares y madre, recibió un tiro mortal en el cuello.
Después del asesinato de Teresa, la represión con balas de plomo se volvió frecuentes en los cortes de ruta. Los casos más emblemáticos fueron los asesinatos de 38 personas en la rebelión del 2001 y la Masacre de Avellaneda en 2002. Teresa y todas las víctimas de aquellas represiones son un símbolo de la resistencia de un pueblo contra las políticas neoliberales y la reivindicación del piquete como un método histórico de lucha.