Por Leonardo Marcote
Entre el 29 y 30 de mayo de 1969 los obreros y estudiantes de Córdoba ocuparon el centro de la ciudad para manifestarse en contra de la dictadura de Onganía.
Meses antes habían ocurrido distintas protestas en el interior del país. El Cordobazo pasaría a la historia por el nivel de compromiso y la organización entre obreros y estudiantes. Esta rebelión será el principio del fin de la dictadura de Onganía.
Los obreros exigían: la normalización institucional para que el que gobierne fuera elegido por decisión de la mayoría; que los salarios aumenten un 40%, que era lo que había crecido el costo de vida; la defensa del patrimonio nacional; la creación de nuevas fuentes de trabajo; la reincorporación de los trabajadores cesantes y una universidad abierta a la posibilidades de lxs hijxs de lxs trabajadorxs.
La dictadura había aplicado un ajuste feroz que llevó la devaluación del peso a un 40%; congeló los salarios por dos años; eliminó las paritarias y derogó el “sábado inglés”.
En medio de barricadas y automóviles incendiados, lxs manifestantes van ocupando el centro de la ciudad. La policía reprime y mata al obrero Máximo Mena. Lxs obrerxs y estudiantes luchan contra la policía y el ejército. Nada era improvisado, la rebelión fue organizada.
Llega la noticia de la muerte de Mena y se produce el estallido, la rebeldía contra las injusticias, contra los asesinatos. La policía retrocede ante el avance organizado de trabajadores y estudiantes.
La resistencia se concentró en el barrio Clínicas. El sindicato de Luz y Fuerza decidió un corte de luz en ese sector para dificultar el ingreso del ejército. Lxs vecinxs se suman a las protestas. Las mujeres trabajadoras luchan de igual a igual junto a los obreros.
“Es la toma de conciencia de todos evidenciándose en las calles contra las prohibiciones que se plantearon. Nada de tutelas. Ni de los usurpadores del poder, ni de los cómplices participacionistas”, recordó Agustín Tosco, uno de los líderes de la rebelión.
En el plano internacional, el Cordobazo no fue un hecho aislado. Se inscribe en una oleada de grandes luchas de masas: el Mayo Francés, Vietnam, la “primavera” Checoslovaca, entre otras. Lxs argentinxs, y en especial la ciudad de Córdoba, no estaban ajenxs a las distintas revueltas y lxs motivaría a salir a las calles.
Agustín Tosco fue un dirigente obrero revolucionario, secretario general del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, al preguntarle un periodista porque la rebelión estalla en Córdoba, contestó: “Córdoba no fue engañada por la denominada Revolución Argentina. Córdoba no vivió la “expectativa esperanzada” de otras ciudades. Córdoba jamás creyó en los planes de modernización y de transformación que prometió Onganía, ni Krieger Vasena. La toma de conciencia de Córdoba, de carácter progresivo pero elocuente, es bastante anterior al régimen de Onganía”.
Hoy lxs trabajadorxs siguen exigiendo una mejora en sus salarios para acceder a una vida realmente digna como la que Agustín Tosco imaginó para lxs obrerxs de Córdoba.