Bang Bang! Los fusilamientos de los basurales de Jose León Suárez

Por Leonardo Marcote

El 9 de junio de 1956 un grupo de militares leales a Perón planearon un levantamiento popular para poner fin a la dictadura.

La autodenominada “Revolución Libertadora” generó un golpe de Estado el 16 de septiembre de 1955. Tenía como objetivo principal “desperonizar al país”.

Proscribieron al peronismo, negándole la posibilidad de presentarse a elecciones. Y, mediante el decreto 4161, prohibían mencionar a Perón y a Evita.

Al mismo tiempo, comenzaba la resistencia peronista: ese 9 de junio a las 23 hs, los generales Juan José Valle y Raúl Tanco aprovecharían una pelea de box para interferir la transmisión. Luego de un discurso de Valle comenzaría la rebelión.

Perón estaba exiliado en Panamá y recibió a dos allegados de Tanco y Valle que les contaron el plan que los generales iban a poner en marcha.

El líder peronista no estaba de acuerdo con la acción porque consideraba que no estaban dadas las condiciones. “Al árbol no hay que moverlo cuando la fruta está madura”, les respondió.

La dictadura que meses antes había bombardeado la Plaza de Mayo, causando casi 400 muertos, estaba comandada por Aramburu y Rojas. Era tal el odio que tenían por el peronismo que habían dado órdenes de detener a cualquier persona que mencione a Perón o a Evita.

La leyenda cuenta que en la localidad de Lanús un loro fue llevado a una comisaría para ser sacrificado porque les molestaba a los policías de la zona que el animal repita continuamente el nombre de Perón.

Juan José Valle no era el típico militar. Tenía otra formación y otra sensibilidad. Era un hombre leal al proyecto y lo defendió cuando meses antes los aviones de la marina bombardearon la Plaza de Mayo. Ese día, Valle tomó el Ministerio de Marina y cuando se lo entregó a Perón con preocupación le manifestó: “Mi general, este ejército no le va a servir para la revolución popular. Arme a la CGT”.

Valle pensaba, al igual que Eva Perón, que era necesario entregarles armas a los trabajadores, porque consideraban que nadie mejor que ellos iban a defender los logros conquistados.

El levantamiento popular iba a producirse pese a que Perón no estaba de acuerdo. Esa noche en una casa del barrio de Florida, en Vicente López, un grupo de personas se habían juntado a escuchar la pelea. Algunos estaban involucrados con la rebelión y aguardaban la señal. Otros, en cambio, no tenían nada que ver.

Un knockout tempranero hizo que la pelea dure menos de lo pensado. Los minutos pasaban y la señal no llegaba. Había desconcierto en algunos y frustración.

Ninguno sabía que el gobierno ya estaba enterado del plan. El dueño de la casa tomaba una “copita” de licor y escuchaba el enojo de su señora por no despejar la casa. Minutos más tarde la vida de ellos cambiaría para siempre.

Al grito de “¿Dónde está Tanco?”, policías y militares irrumpieron en la casa y detuvieron a todos.

Lo que sigue, luego de las detenciones, fue contado de manera magistral por Rodolfo Walsh que, junto a Enriqueta Muñiz, lograron una investigación histórica para la literatura argentina: “Operación Masacre”.

A los detenidos los tuvieron por algunas horas en una comisaría. Ninguno de ellos presentía el final porque consideraban que no había pruebas en su contra. Los subieron a un camión de la policía y luego de dar varias vueltas los hicieron bajar en un basural de José León Suarez. La orden ya estaba dada. Los iban a fusilar: 5 murieron y 7 lograron sobrevivir.

Entre el 10 y el 13 de junio de 1956 producto de un anti-peronismo rabioso fueron fusiladas 27 personas. Entre ellas el Gral. Juan José Valle.