Por Leonardo Marcote
Arte por Brutta
El 26 de junio de 2002 Darío Santillán y Maximiliano Kosteki llegaron al Puente Pueyrredón con la convicción de que otro modelo de país era posible. Ese 26 era un día de protesta. Uno más en un país que había estallado seis meses antes. Darío y Maxi no se conocían, pero las injusticias los encontraron luchando juntos.
Maxi tenía 22 años y el sueño de recorrer el mundo con su arte. Su pasión por el dibujo era algo que compartía en los distintos comedores donde les enseñaba a lxs chicxs a dibujar. Junto a su mamá vivían en la localidad de Glew, Provincia de Buenos Aires. Desde allí salió la mañana del 26 de junio a las calles junto a los movimientos sociales a luchar por sus derechos.
“Maxi salió a buscar a la calle algo diferente, que no tenía en el entorno familiar que era poder dar su ejemplo en lo que él hacía que eran sus dibujos. El sueño de Maximiliano era poder ser un gran artista y recorrer el mundo con sus obras. Y a él lo que salió hacer es ir a un comedor a enseñarles a otros niños a que no malgasten su tiempo y que se dediquen al dibujo, al arte, o a cualquier otra actividad que les haga bien”, recordó su hermana, Vanina Kosteki.
Darío tenía 21 años y la rebeldía a “flor de piel”, pero era fiel a las palabras de “Che” Guevara: “Hay que endurecerse sin perder jamás la ternura”.
Marchó aquel 26 junio junto a sus compañerxs del MTD Alte Brown. “Darío pagó con su vida por ser fiel a sus ideales y a lo que él decía, ‘nunca hay que dejar al compañero solo’ y volvió para no dejar a su compañero solo, y lo mataron por la espalda”, recuerda Alberto Santillán, su papá.
“Él se consideraba la continuidad de los compañeros desaparecidos. Hay muchas personas que hoy siguen con sus sueños. Él quería una argentina distinta, que haya un plato de comida en cada casa, que la gente tenga una vivienda digna, que puedan ser felices. Por todas esas cosas seguimos peleando nosotros también”.
La militancia de Darío y Maxi estuvo atravesada por el pensamiento del “Che” y su concepción del “hombre nuevo”: el humanismo como cualidad superior de los hombres. Tan fiel a sus ideales fue Darío que lo mataron cuando intentaba asistir a Maxi que había sido herido por un disparo en la espalda cuando buscaba refugiarse en el interior de la estación Avellaneda. Hoy llamada: “Darío Santillán y Maximiliano Kosteki”.
“Como militante fue un ejemplo y como hijo un fuera de serie. Le gustaba ir a buscarme al trabajo. Yo soy enfermero en el Hospital Argerich, y Darío me caía de sorpresa y esperaba a que termine mi turno para salir juntos. Se sentaba en algún lado a leer, le encantaba leer de todo, siempre el libro lo forraba con hojas de diarios. Y después salíamos charlar por ahí, a tomar algo. A veces cuando yo salía temprano me iba a las rondas de las Madres porque sabía que él estaba ahí y se ponía contento cuando me veía llegar. Nunca faltó el ‘viejo te amo’”.