Por Ailín Colombo
Almirante Brown 743, barrio porteño de La Boca. Llegamos al histórico Teatro José Verdi. Creado en 1877 por una sociedad filarmónica. Con los años se transformó en una sociedad de socorro mutuo. Por hoy, funcionará como el búnker del precandidato a presidente Juan Grabois, de Unión por la Patria, que compite en la interna de elecciones PASO con Sergio Massa.
El teatro aún está vacío. De los palcos verdes cuelgan banderas con las figuras del Gauchito Antonio Gil, Juan y Eva Perón, San Martín, Darío Santillán y Maxi Kosteki, y la “Triple T”, es decir, consigna principal de la campaña: “Tierra, Techo y Trabajo”. Por último, frente al escenario un trapo que reza “No sé puede defender lo que uno no ama, no se puede amar lo que uno no conoce”.
Para el candidato, este espacio tiene un significado especial. Aquí, el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), del que es el principal referente, realizó sus primeras elecciones. Además, también fue sede del lanzamiento de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), antecedente de la UTEP, del que el MTE fue fundador.
Suenan Los Redonditos de Ricota, La Renga y Sumo. El soundtrack que musicalizará toda la noche. Un organizador se acerca a la prensa a avisar que Fernanda Miño, precandidata a diputada por la provincia de Buenos Aires y secretaria de Integración Socio Urbana de la provincia dará una entrevista. Fernanda habla muy bajo, serena, pero a medida que avanza se le nota el entusiasmo.
“La apuesta de Juan ha sido poner en agenda mucho del trabajo que venimos haciendo. Con muy poco pudimos hacer una campaña de la que nos sentimos orgullosos y orgullosas. Juan ha promocionado nuestro lugar, porque somos personas que venimos de los barrios populares, en mi caso sigo viviendo en un barrio popular, Villa La Cava en San Isidro”, define Miño.
Pasadas las ocho de la noche, el búnker continúa casi vacío, es que los militantes que apoyan a Grabois están escrutando votos. “Laburamos esta campaña con el amor del Pueblo y la militancia. Ahora todos nuestros militantes están fiscalizando”, explica Lucía Klug, integrante de Patria Grande y diputada provincial por Buenos Aires de Unión por la Patria.
El trabajo en el búnker no empezó hoy. Los militantes realizan labores desde el jueves pasado para acondicionar el espacio. Eder Paniagua, referente del comedor “Constitución” que pertenece al MTE, cuenta que encontraron al teatro en un estado de abandono, “esto no se limpiaba desde la pandemia”. Esta noche en una gran olla popular se calienta agua para preparar café, té y mate. Además, preparan sándwiches de milanesa. “Queríamos dar nuestro granito de arena para los compañeros que hicieron la labor militante en las mesas” de votación, explica Eder.
Un hombre de boina y bastón no deja de caminar. Da vueltas por todo el salón. Su inquietud llama la atención. Se trata de Oscar, hoy integra ATE, pero sostiene: “milito desde que nací”. Comenta que tiene 70 años de militancia, “empecé en el trotskismo, estuve con ellos dos días y me pasé al peronismo”, ríe. “Esta vuelta no es la posibilidad de Juan ni de Unión por la Patria, desgraciadamente. Pero como proyección, apuesto a Juan porque sintetiza lo que pienso”.
La animosidad en el salón es de nerviosismo ante la falta de resultados oficiales. Ya son casi las 22 y todavía no hay demasiadas novedades. Desde el palco se ven personas mirando los resultados en su celular, actualizando las redes a todo momento. En pequeños grupos charlan en voz baja. Irrumpen el ambiente tranquilo unas trompetas, luego se unen los bombos. Comienza el agite. Cánticos, gritos, y baile. Alegría al ritmo de la murga.
Pareciera que la murga atrajo una muchedumbre, el salón comienza a llenarse. “Vamos a dejar la vida militando sin parar. Tierra, techo y trabajo y un gobierno popular“, canta el auditorio. Luego la murga toca el himno que acá se corea como en la cancha, pareciera que no hay lugar para la solemnidad protocolar.
“¡Qué gran resultado que sacó la fórmula que encabeza Juan!”, irrumpe en el escenario Paula Abal Medina, quien secunda en la fórmula a Grabois. Vestida de fucsia, sostiene firme el micrófono. La acompañan en el escenario los diputados Natalia Zaracho, Itai Hagman y Klug, la legisladora porteña Ofelia Fernández y otros dirigentes y precandidatos. “Estamos celebrando una enorme elección”, continúa la precandidata a vicepresidenta.
“Hoy Juan va a tener un programa de gobierno para discutir con Unión por la Patria las políticas que van a pelear por los derechos de las grandes mayorías”, remata Abal Medina y la concurrencia estalla en ovación. Para finalizar anuncia con una sonrisa al orador más esperado de la noche, que se introduce al escenario con una campera de cuero marrón desgastada y pulóver verde.
Grabois tiene un semblante serio. Habla a gritos y gesticula con las manos de forma vigorosa. Tras cada frase que termina, la concurrencia lo ovaciona. Un hombre levanta frente a él una imagen del Papa Francisco que contiene una oración por detrás. “Hemos superado nuestras expectativas, vamos a llegar a un millón de votos”, celebra el precandidato a presidente.
Su discurso se centra en la expectativa de instalar la agenda de la economía popular en Unión por la Patria. “Estamos sembrando una semilla de cambio”, arenga para luego, definir: “esta fue la cuna de la CTEP y es cuna de una corriente revolucionaria que es Argentina Humana”. Su discurso no dura demasiado, está apurado, es que le resta cumplir una promesa.
“Me toca irme rápidamente al búnker de nuestro rival a hacer lo que dijimos que íbamos a hacer, que es manifestar el apoyo a Unión por la Patria para enfrentar a los buitres y a los monstruos que acechan nuestro país. Pero también a llevarles el Plan de Desarrollo Humano Integral y esta bandera que no vamos a dejar porque no hay cheques en blanco”, explica Juan.
Juan se despide, la militancia se funde en abrazos. Mientras suena “El tesoro de los inocentes” del Indio Solari, comienzan a cantar “Patria Sí, Colonia no”. El reloj marca pasadas las 23, la temperatura descendió bastante, fue un día largo para la militancia. Los cantos se apagan poco a poco a la vez que los cuerpos se agolpan en la entrada, muchos se retiran mirando el celular atentos a los resultados del escrutinio.