Mercedes Sosa: la voz de Latinoamérica

|Por Leonardo Marcote
|Ilustraciones Brutta

Mercedes Sosa “La Negra” quiso ser un grito de libertad, pero desde su música. Su voz recorrió el mundo y sus interpretaciones quedaron para siempre en el cancionero de la música popular Argentina.

Nació un 9 de julio de 1935, en la provincia de Tucumán. Tuvo una niñez de muchas carencias pero colmada de amor por parte de su familia. Su madre era lavandera y su padre trabajaba en los ingenios azucareros.

Desde muy chica ya cantaba las canciones que escuchaba en casas de amigos o las que pasaban en la radio de la época. Su debut fue en un acto del colegio cantando el himno nacional. Su maestra, al ver la facilidad con la que la joven Mercedes entonaba, le aconsejó que podría ser una excelente cantante de ópera.

Pero a ella no le interesaba la ópera, quería cantar música popular. Deseaba contar, a través de su voz privilegiada, las problemáticas de los pueblos explotados. Quería llevar su canto al mundo.

“Busco en mi pasado y siempre me veo cantando. Cantando en mi casa, cantando en la escuela, cantando en los velorios (…) Cantaba porque sí, sin darme cuenta, porque me salía”.

En 1965, gracias al apoyo de Jorge Cafrune, debutó en el festival de Cosquín. Se le estaba negando esa posibilidad porque la comisión no la quería por su afiliación al Partido Comunista.

El histórico presentador del festival, Julio Maharbiz, desconcertado por la presencia de Mercedes comenzó a los gritos: “¿quién es esa mujer con pinta de sirvienta en medio del escenario?”. El tiempo pondría las cosas en su lugar. Aquel fue para Mercedes el puntapié inicial de una carrera exitosa y de reconocimientos.

“No me puedo detener frente a un puñado de capitalistas. No tengo belleza ni juventud, pero tengo mi voz y el sentimiento que sale de mi voz. No es fácil doblegar a una mujer de izquierda”. Las canciones que cantó, siempre eran elegidas con el respaldo de una idea y de convicciones. “Zamba de los humildes”; “Canción del derrumbe indio”; “Alfonsina y el Mar”; “Volver a los 17”; “Gracias a la vida” y “Como la cigarra” son sólo algunas de las canciones que interpretó.

Tuvo que exiliarse en 1979 después de un show en La Plata, que terminó con ella y el público detenidos. Vivía amenazada desde mucho antes por la Triple A, pero se había resistido a dejar el país.

“No se puede cantar con miedo. No tuve miedo ni cuando me amenazó la Triple A. Si la mala va a venir no importa, pero no se puede tener miedo al cantar. Vos vivís el momento más glorioso de tu vida cuando cantás; para un artista no hay instante más elevado, más sublime. Si te matan, ya sabrá el matador el castigo que tendrá, porque un artista sobre el escenario está totalmente indefenso. No hay manera de salir a cantar con un revólver en la mano. Además, yo no mataría a nadie. Prefiero que me maten antes que tener que matar”.

El regreso se dio en febrero de 1982, en trece recitales que quedaron eternizados en el disco: “Mercedes Sosa en Argentina”. Volvió nuevamente a su país, dónde siempre quiso estar. Acompañada de su hijo siguió llevando su cantó a todo el mundo.

Falleció un 4 de octubre de 2009, en Buenos Aires. Su voz se convirtió en un símbolo de la denuncia de la injusticia social y la lucha por los derechos humanos.