La historia del Gauchito Gil, el santo del Pueblo

Por: Leonardo Marcote
Ilustra: Emiliano Guerresi

Todos los 8 de enero en cada rincón del país se enciende una vela roja para venerar a este gaucho justiciero y cumplidor que está presente en todos los caminos: ¿Quién fue Antonio Mamerto Gil Núñez, el “Gauchito Gil” antes de transformarse en el santo popular más conocido de la Argentina? 

Se sabe que nació en Mercedes, provincia de Corrientes, un 12 de agosto entre los años 1840-1847, no es preciso el año. Fue hijo de José Gil y Encarnación Núñez.

Amaba las fiestas y los bailes organizados en su pueblo. Era peón rural y, aunque se resistió, tuvo que luchar en la guerra de la Triple Alianza. Cuentan que no soportó aquella crueldad y a los pocos meses desertó del ejército. Esa rebeldía fue su sentencia de muerte.

Según la leyenda, se ganó el amor de su pueblo que lo empezó a conocer como a un justiciero, como a un héroe que protegía a los humildes, que robaba a los ricos para darle a los pobres y que sanaba a los enfermos. 

“Nadie sabe con seguridad la historia del Gauchito porque cada generación cuenta lo suyo. Para nuestra familia, el Gauchito es un santo justiciero, un santo de los trabajadores, un santo humilde, un santo de las pampas. Al Gauchito se le puede prometer o pedir sin prometer, pedir desde el corazón y con Fe y el Gauchito te escucha, te cumple y no te pide nada a cambio. Es un santo que está con Dios”, asegura Celi, fundadora del santuario del Gauchito Gil que se encuentra en el barrio Padre Carlos Mugica de Retiro.

El 8 de enero de 1878 fue trasladado a la ciudad de Goya para ser juzgado por desertor del ejército, pero a mitad de camino los miembros de la tropa cambiaron de planes y decidieron asesinarlo. 

“Con la sangre de un inocente se curará a otro inocente”, le dijo el Gauchito a su homicida antes de ser asesinado. A partir de ese momento su historia comenzó a recorrer el país. 

El Gauchito se metió en el corazón de millones de argentinos. Hoy, cientos de manos se calzan una cinta roja atada a la muñeca con la leyenda: “Gracias, Gauchito”.

Para mucho/as es un santo justiciero, un santo de los trabajadores, de los humildes. Cada 8 de enero una multitud celebra y muestra devoción por su figura en distintos puntos del país.