Por Leonardo Marcote
Ilustra Lita.Ce
Nora Morales de Cortiñas, más conocida para los y las militantes del campo popular como “Norita”, cumple 94 años y su vida está marcada por la resistencia, la rebeldía, el feminismo y la búsqueda de Gustavo, su hijo mayor, desaparecido por la última dictadura cívico-militar.
Despierta amor y admiración. Norita es una de las Madres de Plaza de Mayo que más supo entrar en el corazón de los y las militantes.
Nació en Buenos Aires un 22 de marzo de 1930, y se casó muy joven con Carlos Cortiñas. Tuvieron dos hijos: Carlos Gustavo y Marcelo Horacio.
“Mi marido era un hombre patriarcal, él quería que me dedicase a la vida familiar. Yo era profesora de alta costura y trabajaba sin salir de mi casa. Vivía todo muy naturalmente, como me habían educado mis padres”.
Norita no ha dejado de caminar ni un solo día buscando a Gustavo, secuestrado por los militares el 15 de abril de 1977, en la localidad de Castelar. A partir de la desaparición de su hijo, comenzó una incansable búsqueda entendiendo desde un principio la necesidad de una lucha colectiva.
Llegó por primera vez a la Plaza de Mayo en la segunda semana de mayo del ‘77. Hacía dos semanas que un grupo de madres había decidido que tenía que llevar la búsqueda de sus hijos e hijas al lugar más visible y más incómodo para el poder.
“Perder un hijo es siempre una tragedia, pero hay que elaborarlo para no quedar prendida en ese laberinto y poder ayudar a quienes están en la misma situación. La soledad nunca es buena receta si se quiere saber la verdad”.
A sus 94 años, Norita sigue su camino. Y a cada paso, encuentra nuevas luchas por las que dar batalla. Ahí está siempre Norita, en cualquier rincón del país, acompañando las causas justas y llevando su voz y su experiencia de lucha.
“Antes no era feminista, yo me crié en un hogar machista y patriarcal por años, y cuando se llevaron a mi hijo se me cayó un velo, y tomé toda la fuerza y el impulso para salir a la calle y vencer todos los obstáculos. Encima del dolor, nos decían que no saliéramos a la calle, que nos quedáramos adentro. Tuvimos que despojarnos de un sistema que teníamos prendido en nuestro cuerpo y en nuestro ideario hasta ese momento, y conocer que tenemos derechos”, reflexionó en una movilización junto a organizaciones feministas.
Norita es símbolo de lucha, sin dudas. Pero también es una referente que nos inspira a no desanimarnos antes los retrocesos del campo popular. Su experiencia de vida, de resistencia y acción es una fuente inagotable de inspiración para toda la militancia.