24 de marzo: El pueblo siempre vuelve

Por Federico Di Pasquale*
Diseño: Emiliano Guerresi

Este 24 de marzo nos encontramos luchando por la memoria, la verdad y la justicia otra vez, pero no es cualquier vez.

Tomando la posta de quienes dieron su vida por la justicia social como militantes políticos, estamos sumergidos en un contexto en que una militante de H.I.J.O.S. fue vulnerada en sus derechos por energúmenos que firman su crimen como “VLLC” (Viva la libertad, carajo!). El vocero presidencial se lava las manos, Milei se burla diciendo que es fake, sin asumir que el discurso de odio que se baja institucionalmente provoca estas prácticas y las legítima. Mientras nos organizamos para la marcha pacífica cumpliendo con el ritual de los pañuelos.

Hay una gran asimetría y sin embargo, tenemos la fuerza de las multitudes y parece ser sólo cuestión de tiempo. Pero, somos profundamente democráticos, porque el paso de las Madres y las Abuelas no ha sido en vano y es un faro. Hay una continuidad con los golpes de Estado pero con barniz democrático.

Videla y sus secuaces no sólo violaron los derechos civiles y políticos a través de la violencia y la represión, sino que tomaron el poder a través de la fuerza para apropiarse de los bienes del Estado y administrarlos espuriamente a su arbitrio y conveniencia. Lo mismo Caputo y los demás reaccionarios VIP.

Buscan el endeudamiento externo, el estancamiento económico, la destrucción del sector industrial, la redistribución regresiva del ingreso. Profundizan la brecha entre una minoría rica y un pueblo empobrecido. 

El negacionismo viene a ser cómplice del Estado terrorista al negar los 30.000; construyendo un enemigo interno en las organizaciones sociales, políticas y gremiales; eliminando las conquistas económicas y sociales de las clases populares, al beneficiar a los grupos económicos concentrados de capitales nacionales e internacionales. 

El león busca lo que buscaba el Plan Cóndor con el discurso de la Reorganización Nacional en las Nuevas Bases. Busca eliminar la historia de las luchas para reinstalar el discurso oligárquico del granero del mundo sin soberanía. 

El ideario de la Doctrina de la Seguridad Nacional también imponía una concepción del mundo. Lo hacía, igual que ahora, considerando un agresor a quien sostenga otras ideas. Se trata del mismo paradigma neoliberal cuyo objetivo son las grandes ganancias empresariales sin generar ningún mecanismo redistributivo, a la vez que reprimen cualquier conato de rebelión.

La libertad viene con el ajuste, el recorte, la ausencia de políticas públicas para el pueblo, de salarios dignos y de puestos de trabajo, la desinversión en educación, salud, ciencia y cultura, entre otras áreas,  la  imposición de una economía centrada en las actividades financieras, el incremento de la deuda pública, la monopolización de actividades económicas, el debilitamiento de las clases populares, la fragmentación de los sectores medios y bajos al producirse un vuelco de los obreros a actividades cuentapropistas y de servicios, lo que hace más difícil aún la organización y la solidaridad de clase, fomentando políticas económicas regresivas, represivas y entronizando la competencia individual.

El neoliberalismo, el de Videla, el de Menem, el de Macri y el de Milei, es un sistema social con reglas de comportamiento que tienden a la apatía política, la desmovilización, la desmoralización, la sensación de callejón sin salida. Se  desacredita la participación política, se destruye el mercado interno. Se reprime y/o judicializa la lucha por los derechos. Comparten el mismo discurso de que toda organización política y social es corrupta; multiplican la pobreza, enaltecen el capital y sus intereses mezquinos.

La pregunta es entonces por el estado de las resistencias, debido a que, frente al accionar del Estado criminal, no contamos con el gran poderío económico y organizacional del que gozaban los sectores obreros industriales en los ‘70 y que aún así fueron diezmados. Entonces ¿qué nos queda?

Nos queda comprender que es una característica de Nuestramérica entender a la historia con avances y retrocesos, corsi e ricorsi, que es una característica de los pueblos latinoamericanos siempre volver, pero nuestro desafío militante es pensar: ¿Cómo? 

¿Cómo nos organizamos frente al intento de subversión del orden constitucional, a los cambios económicos, el desmantelamiento de la industria nacional y la especulación financiera, la ausencia de referencias claras y la falta de renovación de las mismas? ¿Qué hacer frente al endeudamiento posibilitador de la entrega de recursos de las riquezas nacionales y la soberanía a empresas multinacionales y al capital nacional concentrado?

Nos queda la certeza de que como pueblo vamos a volver, oponiendo a lo individual lo comunitario, los sueños compartidos y colectivos. Nos quedan la rebeldía y el archivo. Nos quedan los sindicalistas anti burocráticos de los ‘60 y los ‘70. El viejo peronismo. Lo mejor del progresismo. Las huellas de Augustín Tosco, René Salamanca, Atilio López y Elpidio Torres. De los estudiantes herederos de la Reforma Universitaria y otras fuerzas populares hacia fines de los ‘60. Las huelgas nacionales de 1957 de los trabajadores telefónicos, portuarios y ferroviarios. De los trabajadores del transporte automotor. Del frigorífico Swift. El Cordobazo y el Rosariazo. Los trabajadores del ingenio azucarero en Tucumán. Los sindicalistas desaparecidos de la Mercedes Benz. Los organismos de Derechos Humanos, las Madres, las Abuelas. El proyecto nacional y popular. Nuestramérica unida, el ideario de Bolívar y San Martín, Artigas, Evita y  el Che. 

Nos quedan 30.000 llamas solidarias que alumbran y dan calor desde lo profundo del magma: esas son las fuerzas de la tierra y hay que recrear el presente y el futuro a partir del diálogo con ellas. 

* Licenciado en Filosofía por la UNL. Militante popular. Miembro de la Escuela Autogestiva de Filosofía Carlos Olmedo del Instituto Plebeyo