El ideario de Belgrano contra los cipayos vendepatria

Escribe: Federico Di Pasquale

Se conmemoran 204 años del Paso a la Inmortalidad de Manuel Belgrano  y queremos recuperar algunas de sus ideas en un contexto en donde sufrimos una gran embestida del poder antipopular en el senado, en la calle y en los medios hegemónicos. Qué pensaría Belgrano en un 2024 que va por el lado contrario al ideario de Mayo, en que reprimen a un pueblo pacífico para llamarle terrorista y golpista, saliendo a cazar literalmente a estudiantes, trabajadores y jubilados; con infiltrados y autos incendiados para justificar la represión; cuando las escenas de crueldad con los más débiles se ven replicadas en detenciones, causas, balas de goma, gases, discursos de la Ministra de Seguridad que promete más palos y represión si se nos ocurre manifestar mientras entregan la soberanía nacional. Qué sentiría Belgrano al observar que implantan un modelo de país en donde no se puede estudiar, se destruye la industria, se regala la materia prima, se retrocede en políticas de género. Mientras, adentro rifaban nuestra vida, la de nuestros hijos y nietos; los lagos y glaciares, el litio, los derechos civiles y políticos, la historia, la memoria de los próceres y la de quienes lucharon por construir esta nación.

Belgrano, contrariamente al ideario de los vendepatria actuales, bregaba por el pleno desarrollo de la industria nacional, la reforma agraria y la educación de hombres y mujeres por igual, adelantándose a su tiempo. Si bien la hegemonía lo considera como un seguidor del pensamiento fisiócrata y del liberalismo de Adam Smith, veló por la protección de la industria nacional. Ese pensamiento está en las antípodas del de Milei y sus lacayos, que quieren una Argentina “granero del mundo”. Belgrano identifica a la agricultura como fuente de generación de riquezas, pero se opone totalmente a exportar materias primas sin agregarles valor. Extracción de materia prima, agregado de valor y comercialización eran parte de un proceso respetado y cuidado por el Estado. Con esos ejes se generaría trabajo y habría riqueza para nuestro país, al que quería industrializar: “Ni la agricultura ni el comercio serían, casi en ningún caso, suficientes para establecer la felicidad de un pueblo si no entrase a su socorro la oficiosa industria”.

En lugar de ser un cipayo como Milei y los suyos, Belgrano desafío a los intereses comerciales y políticos de Inglaterra, cuya estrategia colonialista y pirata se basó en periferias exportadoras de materias primas y una Gran Bretaña industrial exportadora. También desafío a los comerciantes de Buenos Aires que gozaban de un rentismo muy cómodo en esa situación y por lo tanto, eran aliados de la corona británica porque “el comerciante no conoce más patria, ni más ley, ni más religión, que su interés”.

El Estado para Belgrano debía ser proteccionista, pero Milei, más de 200 años después, quiere volver a entregar la patria y sus recursos: “La importación de mercancías que impide el consumo de las del país, o que perjudican al progreso de sus manufacturas y de su cultivo lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”. Belgrano sabía que la división internacional del trabajo basada en el libre comercio sólo favorecería a aquel país que tenía supremacía industrial, mientras que nuestro país quedaría condenado a ser proveedor de materias primas. Milei parece un comerciante porteño de 1810 o directamente un inglés. Milei también lo sabe pero sólo le importa la propia billetera y la de su círculo de carroñeros.

Contra el cipayo del Toto Caputo, endeudador y fugador serial, Belgrano rechaza la idea de que el Estado tomara deuda externa: “El grueso interés del dinero convida a los extranjeros a hacer pasar el suyo para venir a ser acreedores del Estado. No nos detengamos sobre la preocupación pueril, que mira la arribada de este dinero como una ventaja: ya se ha referido algo tratando de la circulación del dinero. Los rivales de un pueblo no tienen medio más cierto de arruinar su comercio, que el tomar interés en sus deudas públicas”.

Milei, que parece también uno de aquellos “pelucones” españoles de los que hablaba José Ingenieros, está destruyendo el trabajo. Sin embargo, Belgrano consideraba al trabajo como principal generador de valor y como actividad que dignifica al ser humano y que conspiraban contra el buen desempeño de los agricultores el bajo salario, la precariedad de la vivienda, la falta de instrumentos adecuados, pero el principal de ellos era la carencia de propiedad de las tierras, ya que ese era “el mal de donde provenían todas las infelicidades y miserias”. Ahora, Milei se la juega por los negocios inmobiliarios y los grupos concentrados, sin ninguna política pública para los pequeños productores. Para Belgrano era la falta de propiedad de la tierra por parte de quien la trabajaba uno de los principales desincentivos a la productividad, por eso, es de los primeros en proponer una verdadera reforma agraria basada en la expropiación de las tierras en desuso para entregarlas a los agricultores sin tierra.

Milei considera que la educación es un lujo al que accede la meritocracia. Belgrano consideraba a la educación en la formación para el trabajo y propuso la educación pública, gratuita, obligatoria para mujeres y varones. Con ese ideario creó, con dinero propio ganado por las campañas y las batallas, escuelas de dibujo técnico, matemática y náutica y propuso la creación de otras, entre ellas la de agricultura. 

En este presente de retroceso, de desesperanza, de callejón sin salida, queremos recuperar las bases del ideario de Belgrano que son la defensa de la industria nacional, la educación pública y gratuita para mujeres y hombres; la defensa del sistema productivo para la generación de empleo; el trabajo como creador de valor, la crítica al librecambio y al endeudamiento público. Si Belgrano pudo contribuir hace más de 200 años a generar ese ideario de Mayo que luego canalizó en nuestra independencia, nosotros refrescaremos con lucha inclaudicable la memoria de los cipayos para poder brindar por la bandera argentina, soberana y libre.

La única esperanza está en reconstruir nuestra historia de luchas desde abajo y no olvidar, que aunque de cerca no podamos verlo y nos falte la distancia del tiempo transcurrido, estamos construyendo otra vez la independencia, hoy no sobre los territorios de la monarquía española sino sobre la trama política del neoliberalismo de Milei y sus secuaces de todo tipo. Venceremos.