Por Mariana Di Mauro
El pasado martes se dio a conocer la denuncia que Fabiola Yañez hizo contra Alberto Fernández por violencia de género. Rápidamente, una horda de mentiras, agresiones y cuestionamientos fueron lanzados contra el movimiento feminista. Nos golpean, nos abusan, nos matan, ¿y las culpables somos nosotras?
Tras conocerse la denuncia, el gobierno y sus secuaces de los medios masivos de comunicación iniciaron una ola de ataques al feminismo, a sus demandas, a las políticas de género y a todo lo que se lo asocie. No se tardó ni un minuto en poner en tela de juicio años de lucha y militancia. Todo esto a raíz de un acto de violencia machista. Irónico, ¿no?
No sorprende que casos como este se utilicen partidariamente ni que muchos traten de ensuciar la cancha para sacar tajada del perjuicio ajeno. No obstante, el giro que los libertarios y conservadores le dieron al caso es digno de análisis y preocupación. Lo sucedido, les vino como anillo al dedo para profundizar su intento de desactivar la causa feminista y deslegitimar su lucha.
“Como sostenemos hace años, la solución para la violencia que ejercen los psicópatas contra las mujeres no es crear un Ministerio de la Mujer, no es contratar miles de empleados públicos innecesarios, no son los cursos de género y definitivamente tampoco es adjudicarle a todos los hombres una responsabilidad solo por el hecho de ser hombres. Décadas de estudios científicos son prueba de ello. La única solución para bajar el delito es ser duros contra quienes los cometen”, expresó el presidente Javier Milei en su cuenta de X respecto al caso.
Las palabras y conceptos utilizados por el presidente no son casualidad y dan justo en el clavo para atacar el discurso que el feminismo intenta (de)construir hace décadas.
(De)Construir el discurso
Hablar de “los psicópatas” para referirse a los violentos es tal vez lo más sutil en su escrito teniendo en cuenta que la idea de que son enfermos está bastante instalada en la sociedad. No obstante, nunca está de más discutir esa noción. De forma reducida podemos decir que no son “locos”, sino personas inmersas en una sociedad y cultura que promueven y reproducen constantemente actitudes machistas y violentas hacia las mujeres. Premisa que explica, en parte, que la violencia de género sea un problema estructural y no algo de “locos” o manifestado en hechos aislados.
En este tuit y en diversos testimonios del presidente hay una negación permanente de la violencia de género como problemática estructural y, por ende, una invisibilización (adrede) del patriarcado como sistema de dominación que condiciona las relaciones entre los seres humanos desde hace siglos en detrimento de las mujeres. El discurso de que “no todos los hombres golpean” plasmado en este tuit, no sólo refleja la falta de comprensión de lo que significa la violencia de género, sino que, coherente con su pensamiento neoliberal, intenta explicar un fenómeno social desde las responsabilidades individuales.
El delito es desmantelar
Mención aparte merece el lugar que le da al Estado y a la “solución” que propone para esta problemática. Cabe preguntarse cómo piensa el presidente Milei atacar la violencia de género desarticulando y desmantelando las áreas de género y las políticas públicas destinadas a prevenir y proteger a las víctimas. “Ser duros” contra quienes cometen delitos no alcanza y muchas veces es llegar tarde. Para cuando quieran actuar, tal vez la víctima ya esté golpeada, desaparecida o muerta.
Según informes del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), el Programa Acompañar, que otorgaba ayuda económica a mujeres que debían salir de una situación de violencia, “ejecutó 82% menos del presupuesto de este programa comparando con el primer semestre de 2023 en el que lo habían recibido 34.023 personas mientras que en el primer trimestre de 2024 sólo llegó a 434 mujeres. Es decir, un 98.63% menos”.
De la Línea 144, el ELA denuncia que “en junio 2024, despidieron al 38% de las personas que trabajaban y quedaron turnos con sólo dos trabajadoras atendiendo”. Sumado esto al desmantelamiento y al despido del 85% de los y las trabajadoras de la Subsecretaría de Prevención de Violencias, datos también difundidos por el Equipo.
La lucha continúa
Los ataques al feminismo datan desde su origen. La conquista de derechos provoca enojo y violencia en los conservadores y reaccionarios de siempre. Esa respuesta no es motivo de sorpresa.
Sí, cansa dar explicaciones y justificar demandas cuando nos matan cada 33 horas. Cuando son las mujeres y disidencias las que más sufren las crisis y la pobreza. Cuando son ellas quienes paran la olla en los barrios y contienen a los pibes. Y cuando también son quienes salen a marchar incansablemente por sus derechos a riesgo de recibir palos y represión.
Pero es precisamente por todo esto que el feminismo no se va a manchar. Ningún libertario ni ningún violento va a poner en duda estas luchas y victorias. Hay que seguir dando pelea en las casas, en los barrios, en los medios, en las escuelas, en el trabajo. La respuesta sigue siendo el feminismo. Más que nunca, la lucha continúa.